Ceguera Vegetal y ‘Viendo’ las Escalas Temporales de las Plantas

Several giant tree trunks next to each other with a person in a red jacket facing the trunks and looking at them.

Este ensayo aborda el concepto de “ceguera vegetal” y cómo las artes pueden ayudarnos a apreciar las escalas temporales. Esta reflexión forma parte de la serie Troubling Time, que interroga ideas, espacios, procesos y problemas ambientales a través del lente de la temporalidad. Editores de la serie: Rebecca Laurent, Rudy Molinek, Samm Newton, Prerna Rana, y Weishun Lu.

Traducción al español: Nicolás Felipe Rueda Rey. Revisión del español: Tomás Pino.
El texto original en inglés.


Las plantas a menudo parecen ser relegadas a un segundo plano en nuestras vidas, particularmente en entornos urbanos. Al caminar por las calles de Washington D.C., paso junto a árboles (y, a veces, un cactus de pera espinosa fuera de lugar) confinados en pequeños parches de tierra, rodeados por pavimento y piedra; su provisión de sombra y vegetación suele ser dada por sentada. Pero los pájaros, los perros, el ocasional gato… estos son los que atraen las miradas de las personas.

Esta tendencia a ignorar las plantas ha sido observada desde hace tiempo. En 1999, James Wandersee y Elisabeth Schussler acuñaron el término “ceguera vegetal” para señalar y nombrar un fenómeno que habían observado en la educación estadounidense: los estudiantes de biología preferían estudiar animales sobre plantas.

Aunque han pasado más de dos décadas, la ceguera vegetal persiste hoy en día. En comparación con especies animales en peligro de extinción como los pandas y los osos polares, la pérdida de diversidad vegetal es menos examinada en los medios de comunicación y otros espacios. Las iniciativas de conservación siguen siendo fuertemente sesgadas a favor de los animales, especialmente aquellos que resultan estéticamente atractivos. En 2011, a pesar de constituir la mayoría de la lista federal de especies en peligro (57 por ciento), las plantas recibieron menos del 3.86 por ciento de los gastos federales destinados a especies en peligro. Aunque la ceguera vegetal puede no ser la única razón de este sesgo, podría ser una de las más significativas.

Esta dificultad para antropomorfizar las plantas puede resultar perjudicial para su preservación y protección

Desde la publicación del artículo de Wandersee y Schussler en 1999, la investigación empírica ha corroborado el fenómeno de la ceguera vegetal. Las plantas a menudo “no se ven” porque son generalmente inmóviles, crecen muy juntas y suelen tener un color uniforme, lo que hace que se mezclen visualmente. En este sentido, investigaciones han demostrado que nuestra incapacidad para “ver” las plantas puede estar relacionada con un sesgo de visibilidad: la homogeneidad visual de las plantas, sumada a la falta de bordes claramente definidos, provoca que el ojo y el cerebro humanos tiendan a verlas como una pared homogénea de color verde cuando se observan rápidamente. Además, estudios sobre la memoria visual han mostrado que los participantes que recibieron imágenes en rápida secuencia fueron menos capaces de recordar haber visto una planta en comparación con un animal. Como explicación alternativa, los psicólogos evolutivos también han sugerido que nuestro sesgo hacia los animales puede estar relacionado con su importancia para la supervivencia humana.

Dada la prevalencia de la ceguera vegetal, resulta una tarea difícil ayudarnos a ver, notar y cuidar las plantas.

Comprender las Escalas Temporales y la Agencia en la Vida de las Plantas

Existen varios indicadores o “síntomas” a través de los cuales los individuos pueden evaluar su ceguera vegetal, como no mostrar interés ni prestar atención a las plantas, o no notar que las plantas son esenciales para su rutina diaria. Un indicador en particular puede ser especialmente útil para entender por qué las plantas suelen ser pasadas por alto, a saber, la incomprensión de las escalas temporales de la actividad de las plantas y los humanos, y su naturaleza desajustada.

Algunas plantas viven mucho más tiempo que los humanos, con escalas temporales de actividad que sobrepasan la percepción humana. Al caminar por el desierto de Sonora en Arizona, muchos de los cactus Saguaro que vi solo tenían la mitad de su famosa silueta: su primer brazo a menudo tarda entre cincuenta y setenta y cinco años en crecer. De manera similar, las Secuoyas gigantes pueden vivir hasta tres mil años, superando significativamente las vidas más largas de los seres humanos. Más cerca de casa, a simple vista, no puedo observar el movimiento de mis enredaderas de Campanilla. Sin embargo, cuando salgo por la mañana a echar un vistazo, durante la noche ya se han enroscado alrededor de un nuevo poste de cerca.

Gran cactus Saguaro en el Parque Nacional Saguaro en Arizona. Imagen de Adam Paul, 2023.

Debido a nuestras escalas temporales y ritmos de vida tan diferentes, el crecimiento, el movimiento y la actividad de las plantas suelen ser invisibles al ojo humano, a menos que se observen con mucha paciencia y se documenten a lo largo del tiempo. A menudo, la atención de las personas hacia las plantas solo se capta cuando su (excesivo) crecimiento se vuelve ineludible y comienza a invadir nuestras vidas, como cuando las ramas de los árboles tropiezan con las líneas eléctricas o cuando las malas hierbas en el jardín atraen plagas y ahogan a otras plantas.

Esta incapacidad para observar fácilmente el movimiento de las plantas cobra relevancia cuando se entiende en el contexto de la atribución de mente. Al intentar inferir las mentes de los demás, a menudo usamos nuestra propia experiencia como punto de referencia, lo que hace más probable que atribuyamos mente a entidades que se mueven a velocidades similares a las nuestras.

En el extremo receptor de este sesgo negativo se encuentran las plantas, dado que no se parecen físicamente a los seres humanos ni se mueven a la velocidad de los humanos. Las plantas parecen carecer de movimiento cuando se observan brevemente. Aunque sus movimientos pueden estar guiados por un objetivo, como buscar luz solar, sus movimientos y su crecimiento son tan imperceptibles y sutiles que los seres humanos pueden no atribuirles estados mentales como planificación e intención. En otras palabras, una posible razón por la que los humanos tienden a ignorar las plantas (o a considerarlas no dignas de nuestra atención) es porque no se mueven a una velocidad ni de una manera que indique la presencia de una mente.

La incapacidad de atribuirles mente a las plantas dificulta que los humanos les otorguen características humanas, o las antropomorficen. El antropomorfismo se menciona comúnmente en las discusiones sobre estrategias de conservación y protección como un método para fomentar y promover la apreciación de la flora y fauna, ya que la tendencia de las personas a antropomorfizar la naturaleza predice el cuidado moral hacia los seres no humanos en la naturaleza y la conexión con ella. Esta dificultad para antropomorfizar las plantas puede resultar perjudicial para su preservación y protección.

Superando la Ceguera Vegetal a través del Arte

A pesar de su ritmo lento, el movimiento de las plantas a menudo se abre paso hacia nuestra atención a través de medios sorprendentes.

En su novela The Overstory, Richard Powers describe el crecimiento de un castaño a lo largo de varias generaciones de la familia Hoel. Comenzando en 1903, cada generación de la familia Hoel continuó un proyecto de fotografiar el castaño que crecía en su granja una vez al mes desde la misma posición. El progreso permaneció invisible año tras año para los fotógrafos. Sin embargo, en 1990, cuando la última generación de los Hoel hojeó las cientos de fotografías acumuladas —creando esencialmente un libro de animación— pudieron ver el notable crecimiento y expansión del árbol hacia el cielo.

Los videos en time-lapse ofrecen una ventana similar, facilitada por la tecnología, a las actividades de las plantas al acelerar sus movimientos hasta que coincidan con los ritmos de la conciencia humana. Al ver un video en time-lapse del crecimiento de una planta, muchos podrían pensar que una planta parece crecer con intención, deseando luz solar o un lugar donde aferrarse.

Michael Pollan, al escribir sobre la idea de plantas inteligentes, describió ver un video en time-lapse del crecimiento de una planta como ser “mostrado una ventana hacia una dimensión de tiempo en la que estos seres anteriormente inertes cobran sorprendentemente vida, pareciendo individuos conscientes con intenciones.” Con medios como la fotografía en time-lapse que llevan los movimientos de las plantas a un ritmo más humano y visible, es más probable que los seres humanos atribuyan mente a las plantas y, por lo tanto, las noten de manera más intencional.

Sin embargo, al acelerar los movimientos de las plantas para que coincidan con nuestros propios ritmos, tecnologías como los videos en time-lapse y los libros de animación inevitablemente imponen nuestras escalas temporales sobre las de las plantas. ¿Existe una forma en que los humanos puedan encontrarse con las plantas donde ellas están —inmóviles o, en biología, “sésiles”? ¿Podemos desacelerarnos nosotros mismos, en lugar de acelerarlas a ellas?

La instalación “Lives of Grass V3” (suelo, semillas de trigo, metal reciclado, tela, hilo, cable, agua) muestra el trigo creciendo de manera simbiótica con/sobre cuerpos humanos a través de la imaginación artística. Foto de Raffard-Roussel, 2012.

Las artes performativas presentan un camino para que los humanos superemos nuestra ceguera vegetal al alinearnos con las escalas temporales de las plantas. Al igual que los videos en time-lapse, este medio también ofrece un espacio para observar el crecimiento y los movimientos de las plantas. Sin embargo, en lugar de intentar ajustar los ritmos y las escalas temporales de las plantas a los humanos, a través de las artes escénicas podemos abandonar nuestro control y unirnos a su forma de crecimiento. En resumen, se trata de un intento de escuchar lo que las plantas nos dicen en sus propios modos de expresión.

La exposición Lives of Grass de Mathilde Roussel es un ejemplo particularmente relevante. Con figuras humanas a tamaño real llenas de tierra y semillas de pasto de trigo, las figuras parecían aún más humanas a medida que el pasto comenzaba a crecer. Sin embargo, sin intervención externa, el pasto gradualmente tragaba y envolvía la forma humana. Al observar Lives of Grass, pienso en cómo las plantas pueden dejar su propia marca distintiva sobre nosotros, a través de sus movimientos lentos pero siempre cambiantes. Estas piezas, que destacan las intersecciones de diferentes escalas temporales entre humanos y plantas, pueden hacernos prestar atención al crecimiento de las plantas en lugar de pasarlo por alto o imponerles nuestros propios significados.

De manera similar, Annette Arlander explora formas de crear acciones con plantas, y de colaborar con entidades no humanas a través de experimentos artísticos. A través de su obra Performing with Plants, Arlander nos incita a “darnos cuenta de que el mundo que nos rodea está compuesto de criaturas, formas de vida y fenómenos materiales con diferentes grados de voluntad, necesidades y agencia.” Sus representaciones de Resting with Pines son ejemplos de piezas que incluyen y emulan a las plantas.

Arlander se sienta con un “pino tarri” o “pino escocés” en la isla Hailuoto, Finlandia, y reflexiona con él sobre la pluriversidad y la crisis climática. Foto de Annette Arlander, 2021.

Las piezas visuales también pueden llamar la atención sobre el ciclo de vida y la impermanencia de las plantas. En lo que él denomina una “coautoría con la naturaleza”, el fotógrafo y escultor Andy Goldsworthy creó obras efímeras y específicas para el lugar utilizando piedras, hojas, ramas y hielo. Una de estas obras, Red Leaf Patch, compuesta por hojas rojas sobre un fondo de hojas marrones en descomposición del otoño, llamó la atención sobre el constante estado de cambio de la naturaleza. Todo podría eventualmente ser reclamado algún día por ella. Las piezas de Goldsworthy enfatizan esta eventual reclamación y ayudan a aumentar la conciencia sobre las diferentes escalas temporales en las que existen las plantas, al mismo tiempo que reconocen su impermanencia y mortalidad.

Obras como las de Roussel, Arlander y Goldsworthy ofrecen modelos únicos de cómo los humanos pueden prestar atención a las plantas en sus propias escalas temporales, sin imponerles nuestros ritmos. En lugar de superar la ceguera vegetal acelerando sus movimientos para que coincidan con los nuestros, quizás podamos comenzar a aprender sobre sus movimientos y desacelerarnos para observarlas.

Convirtiéndonos en Uno con el Ritmo Vegetal

Volviendo a mi jardín y sin que yo lo note, nuevas enredaderas de Campanilla aún aparecen cada mañana, su crecimiento solo es evidente cuando algo significativo ha cambiado desde mi perspectiva. Pero ¿cómo sería la “vegetalización” —la adopción de las características de las plantas— de nuestras escalas temporales?

Aunque las artes ofrecen una forma de superar la ceguera vegetal, la tendencia a no antropomorfizar las plantas no es universal. Las relaciones con y concepciones sobre las plantas varían considerablemente entre diferentes culturas. En un estudio, los adultos indígenas Ngöbe de Panamá inferían que las plantas realizan acciones dirigidas a un objetivo y eran más propensos a atribuir intención a las acciones de las plantas. Esto contrasta con los estudiantes universitarios de Estados Unidos, quienes no conceptualizaron a las plantas como agentes en absoluto.

A pesar de su ritmo lento, el movimiento de las plantas a menudo se abre paso hacia nuestra atención a través de medios sorprendentes.

Las cosmovisiones que sitúan a las plantas en lo más bajo de la jerarquía de la animacidad dificultan la atribución de mentes a las plantas. Vernos a nosotros mismos y a la naturaleza como parte de una familia ecológica extendida —como a menudo lo hacen las filosofías de los pueblos indígenas, como la de los Ngöbe— y considerar a las plantas como seres soberanos con agencia y animacidad puede facilitar una mayor atribución de mente y, a su vez, el desarrollo de relaciones más cuidadosas con las plantas.

La prevalencia de la ceguera vegetal en nuestra vida cotidiana puede ser deshecha aprendiendo de prácticas artísticas y otras cosmovisiones que conceptualizan las relaciones humanas-vegetales de manera diferente. Las piezas artísticas centradas en las plantas ayudan a descubrir similitudes entre la vida de las plantas y la vida humana más allá de las diferencias de escala temporal, y pueden guiarnos en la creación de conexiones mutuas más profundas.


Imagen destacada: Persona de pie frente a un árbol en el Parque Nacional Sequoia, Estados Unidos. Fotografía de Vitto Sommella, 2018.

Katherine Cheung es una estudiante de doctorado en Bioética y Política de Salud en la Universidad Johns Hopkins y está afiliada al Hub de Oxford para la Ética Psicodélica (HOPE). Su trabajo se centra en temas dentro de la bioética y filosofía psicodélica, incluyendo el valor de la experiencia subjetiva aguda, el lugar del sentido en la medicina y cómo los psicodélicos pueden influir en las concepciones del bienestar. Twitter. Contacto.